Desde la década de los ochenta, la explicación teórica del autismo ha venido asociándose a, básicamente, tres teorías psicológicas: teoría de la mente, función ejecutiva y coherencia central. La teoría de la coherencia central, postulada por Uta Frith, plantea que el núcleo fundamental de los trastornos del espectro autista (TEA) se halla en sus dificultades para integrar la información y, en general, un estilo cognitivo caracterizado por la tendencia al procesamiento local o de detalles y la dificultad para elaborar representaciones significativas globales a niveles tanto perceptivos como cognitivos (la llamada 'coherencia central débil'). Frith sugiere que el patrón notablemente desigual de las capacidades intelectuales que abarca tanto los aspectos fuertes y el déficit en el rendimiento, el fenómeno repetitivo de los estereotipos y comportamientos perseverantes, así como los impedimentos principales en la interacción social y comunicación, son inteligibles si se considera que son los síntomas o las manifestaciones de una disfunción más general de la capacidad de coherencia. Según Uta Frith, pues, el sistema cognitivo normal posee una propensión intrínseca a dar coherencia a una gama de estímulos lo más amplia posible, y tiende a generalizar esta coherencia y un abanico lo más extenso posible de contextos. Esta tendencia es la que desemboca en los grandes sistemas de pensamiento y cognición, y, en último término, en el tipo de creencias. Los niños con TEA presentarían una incapacidad de dar coherencia, por ello sus sistemas de pensamiento y su propio ser se caracterizan por la desconexión. En esencia, este modelo diferencia los procesos de entrada y salida de los procesos de tratamiento de la información. Los procesos periféricos o de salida están implicados en aspectos como el habla; los procesos de entrada transforman para Frith las sensaciones en percepciones, siendo el producto final cierta información utilizable que ya posee cierto nivelo interpretativo (por ejemplo, 'eso es un vaso'): los procesos centrales o de tratamiento de la información elaboran aún más la información, la interpretan, comparan, almacenan, hacen inferencias y reinterpretan. En los TEA, como es obvio, este modelo plantearía el problema principal en estos procesos centrales y no en los de entrada y salida. Se desarrolla la teoría de la coherencia central y su relación con otros procesos cognitivos, como memoria, funciones ejecutivas, teoría de la mente o lenguaje. Finalmente, dado que la coherencia central puede guardar relación con aspectos como conectividad y sincronización, se desarrolla el papel de la sustancia blanca en los TEA, cuya alteración podría producir un procesamiento fragmentado.